jueves, 30 de abril de 2015

Aquí te pillo, aquí te mato

Me gusta pensar qué voy a hacer de cenar el viernes unos días antes. Esto me da un poco de cancha para buscar algún ingrediente raro que se puede resistir un poco, o para organizarme. Pero una cosa es lo que me gusta y otra lo que puedo hacer, como me pasó el viernes pasado. Llegó el viernes por la mañana y no tenía ni remota idea de cual era la cenita que íbamos a disfrutar por la noche. Estaba ocupada, poco inspirada y encima me llamaron del colegio para recoger a un enanito que venía con una buena dosis de fiebre. Así que ya tenía otras cosas en las que pensar. Qué darle de comer al enano, pedir cita para el pediatra, y centrarme en la conversación, más bien monólogo que se marcó el pequeñajo desde que lo fui a recoger hasta que cayó rendido, menos mal, a una buena siesta. ¡Madre mía! ¿Pero este niño no estaba malo?, que cotorrón. El disparaba y disparaba y en lo que menos podía pensar yo era en la cena, cuando veía que me distraía un poco...¡Mami, escúchame!

Así llegaron las 8 de la tarde. Bueno así como cualquier cosa no, pero no voy ahora a soltaros el rollo de todo lo que hice el viernes por la tarde. Me senté en el sofá y me puse a ver platos por la web a ver si algo me inspiraba...tampoco tenía mucho margen ya, así que pensé: Donde estén unas buenas gambas al ajillo... y me escapé al súper. Las gambas no eran muy allá pero había langostinos. También había zamburiñas y unos mejillones que se me antojaron para hacerlos al vapor. Botella de Alvariño, barra de pan para mojar y a disfrutar.

INGREDIENTES
(2pax)

500g de langostinos
10 zamburiñas
Mejillones
8 dientes de ajo
Medio limón
Sal
Perejil
Aceite de oliva
1 chile rojo

No os he puesto la cantidad de mejillones, pero es que los pedí a ojo y no miré cuantos eran, lo siento. Podéis coger una bolsa de las de un kilo abrirlos todos y si sobran los utilizáis para otra cosa.
Los mejillones, los limpiáis y los ponéis en una cazuela, tapados, con dos dedos de agua fría. En cuanto se abran los retiráis, no los dejéis más tiempo que se cocerán demasiado. Y ojito que al estar tapados se puede salir en un plis plas todo el agua. Sube enseguida, a veces incluso antes de que se abran, lo que hay que hacer es destapar un poco para que vuelva a bajar. Ya sabéis a quien le ha pasado mil veces, no?. Hay gente que les pone laurel y vino blanco. Yo simplemente los he abierto en agua. Reservamos tapados y a la hora de servir los rociamos un chorro de limón. El mejillón que no se haya abierto hay que desecharlo. No les echéis sal.




Vamos a por los langostinos. Cortamos cuatro dientes de ajo en láminas, los freímos en abundante aceite de oliva y antes de que comiencen a dorarse echamos los langostinos pelados. Cortamos el chile rojo en rodajas y lo añadimos a la sartén y salamos con precaución de no pasarnos. El chile le da un toque picante diferente al de la guindilla que nos ha gustado mucho. Hoy en día podéis encontrar chiles rojos en un montón de sitios, grandes superficies, tiendas de alimentación de productos sudamericanos y orientales. Yo el otro día me compré una bolsa en una tienda asiática que venían congelados, así cada vez que los utilice los tengo en el congelador. Aquí, como en los mejillones, también hay que vigilar el tiempo y no pasarse, en cuanto cojan color retiramos. Entre el aceite y el jugo que van soltando se forma una salsita de las de "me como una barra de pan".


Para hacer las zamburiñas, picamos en trocitos muy pequeños los otros 4 dientes de ajo y el perejil. Los freímos en aceite de oliva. Ponemos una sartén o plancha a calentar y encima las zamburiñas sobre su concha (consejo del pescadero, así se queda el jugo dentro de la concha). Les echamos a cada una un poco de la mezcla de aceite, ajo y perejil. Dejamos unos minutos hasta que se hagan. Se podrían salar ahora con un poco de sal gorda, en escamas o sal normal si no tenéis de las otras. A mí se me olvidó y no me parecieron sosas, así que nos las comimos tal cual.



Y así con esta cena sin planificar, pero no por ello menos rica, nos dieron las diez y las once, las doce y la una y...

viernes, 10 de abril de 2015

Calamar relleno de Picadillo con Aceite de Cebollino

Antes de empezar a hablar de la receta, voy a aclarar lo del picadillo. No es que tenga más aclaración que picadillo de chorizo, pero dependiendo de dónde seas puede llamarse de otra manera. En Asturias, es picadillo y por ejemplo en Zamora lo llaman chichas, y creo que en Galicia es zorza. Es la carne picada con la mezcla de pimentón y demás ingredientes que cada uno le ponga para embutir los chorizos. Antes era típica de la época de matanza, pero ahora se puede encontrar todo el año. Si aún así no lo encontráis, pues cogéis un chorizo de cocer, le quitáis la tripa y lo picáis hasta dejarlo como picadillo.

Y la otra cosa que necesitamos es un calamar, ¡toma yá la mezcla del cerdo metido en el mar! Pues aunque parezca una mezcla un poquito rara no estoy descubriendo América. Existen muchos platos que combinan mar y montaña y que están para chuparse los dedos. A mí el resultado de ésta me ha encantado y espero que a vosotros también.
Esta vez el plato se hace en un plis plas, así que no vale el "tengo sueño", "a estas horas no me voy a poner a cocinar" o, "en estos momentos prefiero mil veces mi sofá que a mi pareja", entre otras cosas.
Sé que limpiar el calamar mientras tú chic@ pone música, no es el momento más romántico del mundo (¡bueno, nunca se sabe!). Pero a medida que pasan los minutos, el sueño se va pasando,  llega el esperado "solos tú y yo", "con todo lo que nos tenemos que contar, disfrutando de nuestra cena sin prisas y sin interrupciones".

INGREDIENTES
(2PAX)

1 calamar grande de 350g
130g de picadillo
50g de cebolla
Cebollino
Aceite de oliva
Sal

En primer lugar picamos la cebolla muy finita, la sofreímos en aceite de oliva. Poco aceite que luego el picadillo suelta su grasa. A continuación echamos el picadillo y lo dejamos hacerse. El picadillo hay que ir separándolo un poco con una cuchara o una espátula para que no se queda en pegotes muy grandes. Limpiamos el calamar y lo rellenamos con el picadillo. No lo rellenéis a rebosar que luego en el fuego encogerá. Yo lo he cerrado con dos palillos. Lo salamos y lo hacemos a la plancha. Como el calamar es grande tenéis que tener la precaución de no poner el fuego muy fuerte, porque se dorará enseguida y se quedará crudo por dentro. He puesto también una tapa pero sin taparlo del todo. Nos falta el aceite de cebollino que no tiene más misterio que picar unos cuantos tallos, añadir aceite de oliva y batir con batidora.
Servimos el calamar cortado en rodajas gruesas, con cuidado de que no se nos salga el relleno y lo acompañamos con el aceite de cebollino y los tentáculos.



Y ahora como siempre, ¡a disfrutar del fin de semana!